LA DOMADORA DE
BESTIAS (III)
Después de tres largos días Ele ya había decidido cuál sería su siguiente
paso: colarse en la Torre del Centro y conseguir todo aquello necesario para
poder huir de aquel infierno. En principio, el plan sería perpetrado por el
Trío Rebelde pero después de la discusión con Cat y la repulsión del plan por
parte de Jandro, había sido ella quien lo había planeado y quien lo llevaría a
cabo en un futuro. Estaba destrozada, sus mejores amigos y sus compañeros de
batalla le habían fallado. Se sentía sola, pero aún así tenía la suficiente
fuerza y el ímpetu necesario para seguir adelante. No solo sentía dolor
emocional también tenía secuelas de su última Doma, o así quería llamarlo.
<< Para algo soy la Domadora de Bestias, para domarlas y someterlas a mi
voluntad>>. Después de conseguir escapar de la sala de administración
llegó a duras penas a su habitación después de varias horas de confusión y
desamparo. Según le había dicho su gato, el problema era que la Doma que había
realizado era demasiado para su capacidad y por ello se sentía tan desorientada
y confusa. Pero no era lo único, una vez llegó a su apartamento, cayó
derrumbada en el suelo y, según el gato, se desmayó durante bastantes horas.
Durante todas ellas había tenido pesadillas horribles que abarcaban desde el
incendio del Centro hasta una libertadora que arrasaba una ciudad rebelde. Eran
pesadillas horribles donde se veía obligada a presenciar todo lo que ocurría
sin poder hacer nada. Después de estas pesadillas llegaron las Pesadillas de
Doma. Según Pequemiau, cuando se realizaba una incursión no controlada durante
demasiado tiempo se producía una conexión entre el huésped y el intruso. En
este caso se habían conectado de forma empírica compartiendo pesadillas
nocturnas. Por suerte para ella, pronto acabarían aquellas pesadillas
horribles. Igualmente, Ele había notado cierta preocupación en Pequemiau a
medida que le iba contando los problemas y las aventuras. <<Su misión es
protegerme. Por eso se preocupa>>. Luego llegó el dolor físico. Esto era
nuevo, le había empezado a ocurrir ala tercer día. Había preferido no decir
nada a Pequemiau. << Además, solo es un simple dolor en el brazo>>.
No había querido preocuparse tampoco, debía planear un asalto. El plan era
simple, por eso no había gustado a Jandro o porque lo había explicado de manera
demasiado sencilla. Según Ele, el plan era colarse en la Torre del Centro con
las claves de acceso por la medianoche y llegar al despacho de Información, que
se encontraba en la parte media de la torre. Claro, para Jandro, era imposible
pero para ella no. Podía domar a quien quisiera y con ello conseguirlo.
Pequemiau le había advertido que ese poder no se debía usar de esa manera
porque conllevaba unos riesgos demasiado altos, que nunca había querido
explicarle. Pese a todo Ele estaba decidida. Esta noche iba a ser el gran
salto.
Se encontraba en su escritorio
contemplando sus atriles con varios cuadros que estaba pintando. Eran imágenes
que había visto en sueños. Pequemiau le había obligado a pintar todo aquello
que soñara. Ahora tenía toda su sala de estar y dormitorio lleno de cuadros de
catástrofes. El sueño que más le había impactado era el de la chica
libertadora. En el sueño, una chica mayor que ella, con la imagen borrosa,
atacaba una ciudad tras otra para liberar a todos aquellos que estaban
sometidos. Pero la mancha de la muerte se cernía sobre ella e iba todo el rato
tras ella. En el sueño la chica no poseía nada, estaba vacía, le faltaba algo
que estaba buscando, pero no podía encontrar. Otro sueño que la perturbaba era
una chica de imagen borrosa también que tenía en su poder a tres sombras
poderosas. Una en la tierra, otra en el aire y otra en el corazón. Con estas
sombras avanzaba en solitario por un bosque en busca de alguien, mientras se
alejaba de una nube borrosa que poco a poco iba dejando atrás. Y el que más
miedo le daba era el que la hacía despertarse sobresaltada y empapada en sudor
en plena noche. Una guerra entre dos bandos. Uno era la propia luz y lo bueno;
el otro eran las sombras y lo malo. En esa guerra moría mucha gente y se
destruía todo aquello a lo que tenía aprecio. Pero lo peor era cuando un
gigante hecho de sombras estrujaba la luz que quedaba en un trío de personas.
Todos eran sueños horribles y seguro que significaban algo. << Pequemiau
no me lo quiere decir, pero él sabe qué son>>
Eran las once, solo una hora
para el asalto. Debía de comenzar a preparase. Se levantó de la silla de su
escritorio y recorrió el apartamento hasta el Abrevadero de las Almas, donde se
prepararía para lo que estaba a punto de hacer. El apartamento estaba
desordenado, había muchas cosas tiradas por el suelo desde ropa hasta libros.
<< Cat y Jandro si ven esto me matan…>>. Después de pensar en esto
se sintió despreciable. Se sentía egoísta, siempre pensaba en ella misma pero
nunca en los demás. A lo mejor Cat no quería irse porque le iba bien en el
Centro, a lo mejor Jandro no quiere irse porque se siente a gusto y está
cansado de luchar. Agarró una foto que tenía de los tres que tenía en el
recibidor del apartamento. << Siento lo que os he hecho… pero es
importante para mí>> Dio la vuelta a la foto y ascendió por las escaleras
que llevaban al Abrevadero de las Almas. Al llegar observó que Pequemiau no
estaba. <<Seguro que se ha marchado a gatunear por ahí>> pensó
divertida. Se sentó en el sofá puf, de
color azul lapislázuli que tenía en la sala y comenzó a rezar con su interior y
su madre. A veces sentía que estaba cerca de ella y le reconfortaba. Se sentía
vacía, no tenía amigos y su protector ni siquiera estaba para ayudarla. Después
de unos cuantos minutos de reflexiones tristes y rezos a su madre, se levantó y
se dirigió al baúl que había en la sala. Era un baúl especial, había
pertenecido a su madre y ahora era suyo. Era precioso. Era todo azul excepto la
cerradura y las bisagras que eran de color oro. El baúl estaba estampado con lo
que parecían blasones. Esos blasones eran estrellas que tenían en el centro a
un gran león y las estrellas estaban atravesadas por una flecha en el centro.
Cuando preguntó a Pequemiau el porqué de ese estampado, el gato bufó y se
marchó rápidamente << Algún día averiguaré qué pasa con ese blasón.
Aunque no quiera Pequemiau>>. Abrió el baúl con la llave-colgante que
tenía y dentro encontró lo que estaba buscando; el traje de Domadora de su
madre. Cuando Ele se había encontrado mal durante estos días, le había pedido a
Pequemiau que le hablara de su madre. En poco tiempo había averiguado nuevo
información sobre su madre y familia. Ya sabía que su madre tenía el mismo
poder que ella, la Doma de Bestias, pero lo que no sabía es que pertenecía a
una organización de Domadores de Bestias. No consiguió averiguar cuál era su
objetivo ni mucho menos, Pequemiau no había querido indagar más en el tema.
Pero sí que le había contado grandes cuentos e historias sobre la Edad de Los
Héroes y sobre las guerras que habían ocurrido en aquella época. Después de
todo, incluso había conseguido permiso de Pequemiau para poder abrir el baúl
<< Aunque, si me da permiso para abrirlo me dará permiso para ponerme el
traje de mi madre ¿no?>>. Sacó el traje de Domadora de su madre y lo puso
delante del espejo. Era espectacular. El traje se componía de una túnica
prácticamente medieval con una coraza con un blasón en medio del parapeto y
unas mallas a juego con el traje. Se sintió instigada a ponerse el traje, a
pesar de que le quedaba grande, y acabó decidiendo ponérselo. Poco a poco, con
una delicadeza impropia de ella, empezó a ponerse todas las prendas. Cuando había
acabado parecía una verdadera caballera con una coraza estilizada y que no
pesaba nada; es más…se sentía ligera y hábil, como una sombra. Lo único que le
faltaba eran las botas y el látigo de Doma que estaban dentro del baúl, pero
tampoco iba a equiparse completamente; solo quería probar. Se empezó a quitar
la ropa cuando algo mágico sucedió. Su mano rozó el estampado del parapeto en
la coraza y empezó a brillar con una luz esplendorosa. La luz empezó a emanar
del estampado central, igual que el del baúl, y se extendió por todo su traje.
La luz empezó a cegarla, así que cerró los ojos y cuando los abrió descubrió
algo impresionante; las prendas se habían adaptado a su forma física e incluso
se habían modernizado. Ahora el traje era todo en sí, un peto color verde
oscuro con una coraza ligera de color negro, compuesta de hombreras, unido por
un cinto, donde había vainas vacías. No sabía si había sido la magia del traje
o el nuevo poder que sentía dentro lo que la llevó a ponerse la equipación
completa, pero lo hizo. Las botas también se adaptaron y el látigo se lo aferró
al cinto. Todavía quedaban vainas vacías donde debían de ir armas de corto
alcance, pero le bastó con ello. Una vez estaba equipada y ya había perdido
aquella sensación de incredulidad ya era casi la hora del asalto, así que bajó
al piso de abajo y salió por la puerta a hurtadillas.
El toque de queda ya había
pasado hace mucho y sabía que no encontraría a nadie por los pasillos, pero aún
así caminó silenciosa como una sombra. Era como si el traje favoreciera ese
silencio y esas habilidades y gracias a ello, llegó rápidamente al acceso entre
el ala central y la Torre del Centro. Usó la clave y consiguió entrar. Por
suerte no habían apostillado guardias en el acceso principal, pero sin duda se
encontraría con más en cuanto avanzara por el pasillo y ascendiera a través de
la torre. La Sala de Información se encontraba en el quinto piso de la torre, a
medio camino de la Sala Presidencial en el décimo y último piso. Sabía que no
sería fácil llegar pero con suerte no causaría muchos problemas. Por lo que
veía no había nadie guardando la escalera principal de subida al piso de
arriba. Tenían ascensor pero sería una locura subir directamente al quinto
piso. Alertaría a todos los guardias. Se dirigió cautelosamente hacia la
escalera de subida. Una vez llegó allí, comprobó que no había ningún guardia en
las escaleras que subían en forma de caracol y empezó a ascender por ellas.
Llegó al primer piso agachada y con el corazón latiéndole a mil por hora tanto por
la adrenalina como por el miedo que tenía a que fuera descubierta, pero no
había nadie. O los guardias estaban de huelga o eran unos holgazanes por que no
veía a nadie. Ya confiada se acercó hacia el siguiente ascenso. Otra vez vacío
el piso. Volvió a subir por las escaleras una tercera vez para llegar al tercer
piso. Parecía una locura, pero no había ningún guardia que estuviera por allí.
Iba demasiado confiada pero… ¿qué podía pasar? Aquello estaba demasiado vacío y
parecía que nadie iba a aparecer. Llegó al siguiente ascenso prácticamente tranquila
y sin el pulso acelerado. Subió sin ningún tipo de sigilo al cuarto piso. Una
vez había llegado ya al cuarto piso, se dirigió directamente hacia la escalera
de ascenso al siguiente piso. Fue entonces cuando oyó la voz:
-
Oye Chuck, yo acabo
de oír algo que viene de la zona de las escaleras. ¿Deberíamos ir a mirar qué
es? Bastante que estamos los diez guardias jugando al póquer.
<<¡Diez!
Y están todos aquí jugando al póquer… maldita sea, ¿qué hago? Por favor no os
molestéis, no os levantéis por favor…>>
-
¡Vete tú mierda!
Para algo eres el puto novato. JAJAJAJAJA.- estaban en su mayoría borrachos y
se reían del chico novicio- Venga. A qué esperas… vete a mirar. JAJAJAJAJA. A
lo mejor encuentras algo y todo.- Se rieron todos y siguieron jugando.
Ele
ya no podía más con esa sensación de
miedo, no tenía donde esconderse y seguramente si volvía atrás la
detectarían. << Tengo que hacer algo… ¿pero qué?>> Ya era demasiado
tarde el chico novicio iba en dirección a ella y parecía haberla visto. Estaba
paralizada de miedo.
-
¡EH! Aquí hay
alguien… tú ¡no te muevas!
-
Marlo, qué coño hay
ahí… encuéntralo y tráelo. JAJAJAJA. Las ratas no son personas subnormal.
-
No, ahí hay alguien
joder, voy a por él.
-
Sí, sí.
JAJAJAJAJAJA.- Empezaron a reírse a carcajada limpia.
<<
Maldita sea he de hacer algo…>> Ele usó todo el valor que tenía y comenzó
a recobrar la movilidad justo a tiempo. Justo cuando ya había llegado.
-
Qué demonios…
No
le dio tiempo a acabar la frase, Ele le miró a los ojos y inició la Doma.
Penetró dentro de él…pero algo iba mal. No conseguía adentrarse lo suficiente…
le repudiaba… No, no era él. Era ella. El dolor que tenía en el brazo repudiaba
el contacto. Regresó a su mente… estaba agotada. La Doma no había surtido efecto.
Tenía que volver a probar de nuevo. El novicio se estaba desmayando, tenía que
conseguirlo rápido. Corrió hacia él y palpó su pecho y entonces intentó de
nuevo entrar. Empezó a entrar por la mente del chico pero algo no marchaba… no
conseguía encontrar la vía correcta. Se llegó a equivocar tres veces y a la
cuarta salió despedida de nuevo a su cuerpo. Estaba exhausta…no había
funcionado. Era como si su cuerpo no quisiera la Doma. Pero eso no era lo peor.
El intento de Doma había sido demasiado para el pobre chaval. Ahora estaba en
el suelo gritando a pleno pulmón. Los guardias se habían alertado y ahora ya
iban hacia ella. Se tenía que mover pero estaba demasiado cansada… no podía
hacer nada. Solo quería descansar…pero no podía. Se levantó a duras penas e
intentó dirigirse hacia las escaleras como última salida. Pero ya la habían
detectado. Tres de los nueve guardias restantes se habían quedado con el chico.
Los otros seis iban hacia ella. No iba lo suficientemente deprisa y ni siquiera
podía caminar sin hacer eses. No podría continuar…pero tenía que hacerlo. Las
primeras lágrimas asomaron en los ojos de Ele. Por el cansancio, por sus
amigos, por todo pero… ¡debía conseguirlo! Avanzó más rápido tambaleándose pero
llegó a las escaleras. Eso le dio acopio de valor y empezó a correr escaleras
arriba pero tres guardias iban tras ella, a distintas alturas de la escalera, y
otros tres apuntaban con sus armas, bajo la escalera…esperándola. El que iba
detrás de ella la agarró del pie y tiró hacia atrás de él. Se pegó de bruces
contra los escalones. Estaba todo perdido… pero de repente algo pasó. De
repente se sintió poderosa y con el valor suficiente para luchar. Giró todo su
cuerpo de manera que el guardia se viera forzado a soltar la pierna. El guardia
no soltó la pierna pero Ele ahora podía usar su pierna izquierda. Empezó a dar
patadas al guardia hasta que soltó su pierna. Luego como un acto reflejo, sacó
el látigo y lo usó para agarrar el cuello del guardia, ahora expuesto a Ele. La
cuerda del látigo se tensó en torno al cuello del guardia y empezó a forcejear
con la mano que no tenía herida...demasiado tarde. El segundo guardia ya
llegaba y fue entonces cuando con una fuerza de Bestia Ele empujó mediante el
látigo al primer guardia contra el segundo. Se estamparon los dos y en un
choque fortuito se dieron de bruces contra la pared. Dos menos, supo al
instante. Replegó su látigo y esperó al siguiente. Tenía a su favor que estaban
borrachos y que eran unos cobardes. Pronto llegó el tercero, pero esta vez Ele
estaba preparada. Desplegó el látigo y esperó a que el otro hiciera algún
movimiento. El muy tonto atacó primero y con una gracilidad y elegancia
increíble, Ele esquivó el envite del guardia. Usó el látigo y lo enroscó en
torno a la cintura del guardia. Volvió a tirar de él e hizo al guardia caer
escaleras abajo pero desafortunadamente en un último intento el guardia agarró
del brazo a Ele y cayeron juntos escaleras abajo. Cuando llegaron abajo, Ele se
levantó herida y supo que tenía otro oponente menos. Se había desmayado por el
impacto, puesto Ele había caído encima de él. Cuando se irguió finalmente sabía
que estaba perdida, ahora tendría que lidiar contra seis oponentes. Era
demasiado…estaba herida, cansada y le dolía demasiado la cabeza por culpa de la
Doma. Fue entonces cuando una voz le dijo:
La
Doma no solo sirve para controlar…también sirve para sosegaaaar…
Lo
captó. Tenía que hacer caer a los restantes con su poder sin necesidad de
controlarlos pero cómo. Entonces por un instinto levantó la mano e hizo un arco
con ella apuntando a cada uno de los guardias restantes. Entonces pronunció:
-
La Bestia del
control puede escapar, pero de su Domador nunca renegará.
Un halo de luz iluminó los
cuerpos de los guardias y cayeron al unísono en un letargo profundo. Se había
acabado, incluso el chico que había enloquecido se había callado. Era su
oportunidad, ahora ella conseguiría lo que venía a buscar. Ya no podía más… su
cuerpo le pedía clemencia y su cabeza le suplicaba pero finalmente llegó a la
Sala de Información en el quinto piso. Era como cualquier otra sala pero era
como una biblioteca donde tenían archivado toda la información de la que
disponía el centro. Por suerte, ella solo tendría que usar la clave de seguridad
para acceder a la sala y después otra para acceder al ordenador central y adquirir
la información.
Ya estaba a punto de amanecer cuando
consiguió todo lo que quería. Era el momento, ya tenía lo que necesitaba y ahora
incluso Jandro se uniría al plan. <<Ahora podremos escapara, nada lo impedirá
y ahora por fin sabremos qué es esto…>>