"Un lector vive mil vidas antes de morir. Aquel que nunca lee vive solo una..."
GEORGE R.R. MARTIN, Danza de Dragones

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Relato: LA SEÑORITA RACIONAL (I) (by Álex)

LA SEÑORITA RACIONAL (I)


Cat ya había acabado sus horas de estudio obligatorias y como era sábado se dirigía a su rincón favorito de todo el Centro: la biblioteca. La biblioteca le traía gratos recuerdos, uno de ellos de cuando conoció a Jandro y desde entonces se hicieron amigos y hasta día de hoy nada los había podido separar. También le gustaba ese lugar por la cantidad de literatura que contenía, dado que ella era aficionada ya desde joven a la lectura. Cuando era pequeña, sus padres la trajeron al Centro para explotar todo su talento, pues era una genio en todo lo relacionado con los cálculos mentales y los problemas tanto aritméticos como analíticos. Ella nunca pudo comprender durante su infancia cómo sus padres fueron capaces de abandonarla en un centro de jóvenes talentos, donde en principio no tendría amigos y sería la marginada. Esto se cumplió porque no fue hasta pasado un año cuando alguien se dirigió hacia su persona no insultándole sino elogiando su talento para la aritmética, esta persona fue Jandro. Por ello y por muchas cosas más se encariñó del niño de seis años con una capacidad de diagnóstico clínico extraordinario y un tono burlesco y satírico.

Mientras se abstraía pensando en lo mucho que había cambiado su vida, llegó a la biblioteca casi sin darse cuenta. En realidad su propio cerebro había almacenado todo el proceso del camino, analizando numéricamente complejas paradojas y alternativas a la dirección de movimiento que había cogido. Igualmente, se sentía mejor pensando que todos los demás podían hacer lo mismo que ella, y así no sentiría como los demás desaprovechaban un intelecto racional capaz de crear paradojas simultáneas.

Le encantaban los libros de aventura y fantasía porque hacían que ese lado tan racional y formal de su mente se estuviera quietecito durante un periodo más o menos estable. Algunas veces incluso mientras leía llegaba a formular teoremas y alternativas lógicas sobre la historia que estaba siendo contada; entonces sabía que su periodo inmanente de relax había acabado. Al igual que un gran talento era una maldición que su cerebro no parase de funcionar y a veces, incluso podía llegar a lastimar a la gente que la rodeaba por su gran proceso de deducción, pero nunca había llegado a lastimar a Jandro; en el fondo procesaban la información de mismo modo, ella mediante cálculos, el mediante diagnósticos. Muchas veces había deseado volver con su familia y vivir una vida normal hasta que se dio cuenta que para ella era imposible ya que su ser siempre tendría ansia de conocimiento y evolución, cosa que su familia no podría darle. A veces, incluso, comprendía por qué sus padres la habían abandonado. Eso de que tu hija tenga ideas y una mente extraordinaria que uno nunca llegará a tener, debe de ser un peso bastante alto comparado con una hija.  

La única persona a la que le había confesado todos sus temores y sentimientos era Jandro, desde siempre pensó que era un pilar necesario en su vida. Y, en cierto modo, así era. La primera vez que había tenido un colapso cerebral producido por la ansiedad fue Jandro quién se lo había previsto y hasta que no estuvo en la enfermería siendo cuidada por los médicos ineptos, en consideración de Jandro, no la dejó sola y aún así la acompañó durante toda la operación.

Ya llevaba unas treinta páginas de un libro fantástico llamado Religión católica: La palabra de Dios. Ella sabía que no era considerado fantasía pero no era la primera vez que analizaba los argumentos de ésta y su mente racional nunca había llegado a comprender qué sentido tenía venerar a un Dios que hace cargar con castigos cuando ni siquiera se puede mirar a la cara. Por este tipo de argumentos racionales y pensamientos formales se había metido ya en varios problemas, que si castigada por blasfemar, que si castigada por decir falacias y la última y la más grande: castigada por desmontar la religión racionalmente. Cat no podía hacer nada con eso, su cerebro procesaba aquello racional y justificado y rechazaba todo aquello empírico.
Seguía releyendo el libro cuando recibió un mensaje en su videomisor:

CAT DESCARTES, ACUDA AL DESPACHO DEL SUBDIRECTOR URGENTEMENTE.

Su mente racional procesó este mensaje como un mal augurio puesto que Jandro entró y salió con varias semanas de castigo. Realmente no quería dejar de leer aquel libro tan divertido, pero era una orden que no podía rechazar.

Rápidamente se encaminó hacia el despacho del subdirector por aquel maldito pasillo atestado de gente que ya había acabado su horario. Reconoció a varias caras conocidas, algunas de esas personas fueron las que le pusieron el mote de Señorita Racional gracias también a la ayuda del profesor de religión y filosofía. También reconoció a gente amiga que le caía bastante bien: Katerina, su mejor amiga junto con Ele; David, otro de sus primeros amigos y demás gente.

Mientras caminaba por el pasillo notaba las miradas hostiles de algunos individuos a los que había aprendido a ignorar, la mayoría de ellos, envidiosos que jamás llegarían a tener la mitad de conocimientos que tenía ella. Más de una vez se habían reído de ella, hasta que un día decidió que era suficiente y su mente racional colapsó. De los cinco chicos que se reían de ella; tres acabaron en urgencias, mayoritariamente con varias costillas rotas y alguna que otra fractura según Jandro, y los otros dos huyeron antes de enfrentarse a su ira. De las dos chicas, ninguna acabó en urgencias, pero de los improperios que les dirigió, entre ellos derivados del animal Vulpes vulpes (zorro común) y referencias a una profesión que conllevaría ser una mujer de moral distraída, perdieron toda aquella chulería y no volvieron a dirigirle la palabra. Aquel día fue cuando descubrió su fuerza interior y cuando sufrió el colapso cerebral. Y se dio cuenta de que Jandro no tenía talento para la Medicina sino que él era parte de ello, el mero hecho de que la tocara le transmitió energía que le ayudó a recuperarse. O habían sido imaginaciones suyas.

Por fin llegó al despacho, llamó a la puerta y le dieron paso. Nada más entrar se dio cuenta de que algo no iba bien; Ele estaba sentada en la silla, en frente al subdirector, algo le hacía pensar que ya había hecho ella el trabajo de enfadarle y provocarle. Según sus informaciones era la segunda vez que Ele, estaba sentada en el despacho del subdirector en apenas tres días, otra cosa que no encajaba. Ele era bastante rebelde pero no tanto como para ser cual kamikaze en su expediente. Se sentó en la silla contigua de la de Ele y comenzó la charla:

-          Buenos días, Cat. ¿Te preguntarás por qué te he citado en mi despacho no? – Preguntó con una sonrisa capaz de hacer que el más ángel de todos los ángeles quisiera destruir cual demonio.
-          Realmente sí, subdirector. No imagino cual puede ser el motivo de esta conversación. ¿Otra queja por parte del departamento de ciencias empíricas? - Preguntó Cat con condescendencia mientras miraba de reojo a su fiel amiga. Su rostro la delataba, había estado llorando.
-          No, no te preocupes. No es por eso… el tema de esta conversación está más dirigido hacia vuestro amigo común: Jandro. – Otra vez aquella maldita sonrisa. – Como ya sabrás Jandro está siendo castigado por su altanería, pues tengo una petición para ti. –
-          Tan rápido…pensaba que le ibas a dejar respirar por el susto… - Dijo Ele a medio camino entre un tono irónico y desinteresado. –
-          Ele, si tu cerebro de primate sin evolucionar no te permite procesarlo como a Cat, es tu problema. Ahora cállate por favor… - Ya había perdido su sonrisa, se había enfadado. Por otra parte Cat, se empezó a interesar por la conversación satírica.
-          Habló el cabrón sin picha… que no se atreve a… - Empezó Ele.
-          ¡CÁLLATE! Ya es suficiente, puedes retirarte. No necesito más de tu complejo de superioridad y gilipollez. – Dijo el subdirector ya colérico.
Ele se levantó bruscamente de la silla y en un susurro, demasiado parecido al sonido de la brisa:
-          Diga, lo que te diga… acepta. Nos reuniremos más tarde.
Acto seguido salió corriendo por la puerta. No le dio tiempo a reaccionar puesto que el subdirector ya estaba otra vez hablándole.
-          ¿Cat, no me estás escuchando? Responde. No dejes que te mal influencie esta niñata… -
-          Le agradecería que no hablara mal de alguien en ausencia de este alguien, por respeto y por educación a la persona. Y sí, sí que le escucho. – Respondió Cat en un tono ya no tan racional si no más libre.
-          De acuerdo, la petición que le hago es que espíe a Jandro. Últimamente no nos da los resultados que estamos esperando y esto tiene que cambiar. Quiero que averigüe qué demonios está haciendo Jandro que le distraiga tanto. – Cat aguantó el impulso de no pegarle un puñetazo en la cara dado que eso sería contraproducente y además conflictivo. Ella sabía que le pasaba al igual que Ele, ya hacía diez años que no había vuelto a ver a su querida hermana y a su madre.
Aún así hizo caso a la demanda de Ele de aceptar, pero no era tan tonta como para no poner oposición al menos en algún punto o sacar provecho.
-          Trabajaré con usted si me dice el porqué nos considera como resultado en vez de cómo lo que somos, personas. - Sabía que esto haría escurrir el bulto y entraba en la imagen racional e inmutable que tenían de ella.
-          Lamento decirle, que está equivocada… nuestra intención es garantizar su bienestar como comprenderá… - Este argumento hubiera funcionado con cualquiera pero no con ellos, no con Ele, Car y Jandro el trío revolucionario.
-          Bueno pues si es así, como todo es por nuestro bien… comprenderá que para nuestro bienestar si quiere que espíe a Jandro me tendrá que dar horas libres para llevar a cabo la investigación.- Dijo Cat en un tono inmutable.
-          Claro. Por supuesto, la eficiencia es lo mejor y si para ello necesitas más horas las tendrás.- Cat había ganado y lo sabía ahora él estaba a su merced y le había hecho un jaque-mate en toda regla. Había conseguido horas extras para reunirse con Ele y Jandro con la intención de hablar del tema y además mientras fuera su espía tendría inmutabilidad.
-          Acepto. – Acabó diciendo Cat.
-          Muchas gracias Cat, me alegra saber que todavía hay gente con sentido común… ya te puedes retirar.- Había recuperado su maldita sonrisa. Y ahora más que nunca le odiaba por considerarse superior a ellos.
-          Adiós y buenos días subdirector. – Dio por concluida la conversación y se marchó.


Ya de camino hacia su habitación pensó que ahora sí que podría ser su oportunidad, la oportunidad que tanto tiempo llevaban esperando todos ellos con anhelo… 

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