LA FUGITIVA
REBELDE (II)
Llevaba ya tres semanas en la base improvisada al lado del
recinto que había sido su prisión hasta hacía bastante poco. Esthela ya estaba
harta de esperar tanto tiempo hasta que la llevaran a la base general de la
organización LOCUS AMOENUS, que le había salvado de aquellas torturas y
maltratos que tanto le dolía recordar. No sabía qué hacer, ella quería seguir
investigando pero su inconsciente le decía que había llegado a su límite.
Después de tantas aventuras, realmente estaba cansada de luchar por algo que
parecía imposible cumplir. Esthela intentaba ser fuerte pensando en su querido
hermano, de esta forma se auto convencía de que debía seguir adelante. Por fin
parecía que su suerte cambiaba, le habían ayudado a escapar de aquel inhóspito
lugar y ya era libre de investigar todo lo que quisiera… pero no. Cuando le
rescataron la organización la mantuvo en cama dos días para que se recuperase
y, de esta forma pudiera seguir adelante en su camino. Todo cortesía, cortesía
falsa por supuesto. Cuando sanaron todas sus heridas y le ayudaron a
recuperarse comenzó su segunda prisión. Día tras día era sometida a
interrogatorios sobre la organización en la que había estado recluida. <<
Es curioso, salgo de una organización que me llamaba contraespía a otra que me
utiliza para ello>> pensó Esthela.
Cuando ella preguntaba no había respuestas sólo evasivas que conllevaban
estar más tiempo con ellos. Ya estaba harta, pero no tenía otra alternativa… ni
siquiera podía volver a casa. Demasiadas preguntas y pocas respuestas para
regresar. Así que lo único que hizo fue esperar y esperar. Pasadas las dos
semanas algo cambió, ya no era sometida a interrogatorios y ni siquiera
reparaban en su existencia… era libre más o menos. Preguntó la causa de tal
desprecio después de tanta pregunta pero, como siempre, el más absoluto
silencio reinaba cuando ella preguntaba. El único que le hablaba y le respondía
a sus preguntas era Jacob, un joven de su misma edad, moreno, de ojos verdes
como ella y de estatura media. En cierto modo se parecía a su hermano y eso
creó una cierta simpatía entre ellos. Al principio no le contestaba como el
resto, pero con el paso de los días Esthela se ganó su compasión y poco a poco
fue respondiendo a todas sus preguntas. << Si mi hermano tiene el talento
de la Medicina, yo tengo el de la dialéctica>> pensaba para no sentirse
culpable, aunque se seguía sintiendo después de todo. Sus respuestas llegaron,
algunas ya las había deducido como lo de que ejercía de contraespía pero otras
fueron inesperadas: te están estudiando, creen que eres una inteligencia
superior, dicen que te tienen aquí para analizarte y estudiarte… Algunas de sus
respuestas no fueron gratas, es más, fueron espeluznantes pero al menos obtuvo
lo que quería, respuestas. Muchas veces para compensar a su nuevo amigo, ella
ejercía de consejera para él y así se convirtieron en amigos. Por supuesto, si
quedaban era a escondidas puesto que no verían bien que él se relacionara con
su “experimento” pero aún así su amistad floreció. Ya no era una amistad por
interés como al principio sino una amistad sincera. Igualmente, no todo era
bueno para Esthela. A medida que obtenía nueva información más se daba cuenta
de que algo raro tramaban con ella. Esthela sabía que tenía que desconfiar de
ellos pero igualmente por una vez en mucho tiempo quería pensar que podía
descansar por unas semanas o meses. Era imposible, y lo sabía…nunca podría
bajar la guardia. Consiguieron llevarse a su hermano pero a ella no
conseguirían llevársela y además recuperaría a su querido hermano. Todo llegó a
su clímax cuando, de golpe, fue obligada a empezar entrenamientos de recluta.
Ella no quería pero en cierto modo sabía que le serviría de entrenamiento y
además le proporcionaría un poco de seguridad. Mientras ellos la siguieran
analizando y Jacob pudiera darle la información que necesitaba todo iría bien.
Las clases comenzaron para Esthela. Por suerte, no le obligaron a asistir a las
clases teóricas sólo a las prácticas. De este modo en solo cuatro días aprendió
varias tácticas de lucha que incluían defensa propia y además comenzó a
destacar sobre el resto. Ella sabía que su don para la lucha era innato pero no
que con dos golpes pudiera noquear al entrenador. Desde muy pequeña había
desarrollado un gran instinto de supervivencia y con este instinto, el alma
animal como le gustaba denominarlo a ella. El alma animal era un poder natural
que tenía. Podía imitar a cualquier animal tanto en conducta como en muchas
otras características. La llamaban la salvaje pero no le importaba, en cierto
modo lo era. Con la pérdida de su hermano a los once años, este don había
desaparecido por completo pero aún podía imitar a todos los pájaros que
quisiera y seguía teniendo el instinto de supervivencia. Nunca había pensado que
fueran útiles hasta el día del combate contra el militar Bronsky. Era un joven
de veintiún años de edad, ruso con las facciones características (pelo rubio,
ojos azules), corpulento y musculado y sobre todo era conocido con el nombre de
Quebrantahuesos. Lo había adquirido porque su estilo de lucha estaba basada en
el ave rapaz, capaz de destruir a una presa de unos cuantos picotazos y
arañazos. Cada luchador tenía un estilo de lucha determinado excepto ella, ella
era la intrusa. Consecuentemente, el día del combate todos apoyaban a Bronsky.
Estaba sola, excepto por una excepción… Jacob le animaba en privado, ella lo
sabía. Jacob no era recluta aunque estaba capacitado para ello como le había
explicado, él era un erudito del conocimiento para su temprana edad aunque no
le gustaba mostrarlo. Más de una vez en poco tiempo después de conocerse,
Esthela se había perdido entre sus curiosidades tanto científicas como
filosóficas.
Llegó
el combate, Esthela vs Bronsky. No tenía una estrategia clara pero sabía que las
normas impedían a Bronsky matarla… ¿no? << Gran incentivo antes del
combate el pensar en la muerte, gracias cerebro…>> pensó Esthela. De
todos modos tenía que luchar… y ganar. La arena de combate era medio campo de
fútbol en el cual podías tender trampas, realizar emboscadas y atacar con todo
lo que encontraras para la batalla. Sin estrategia, Esthela empezó a observar
el terreno. Podía modificar y crear trampas durante el combate, además
necesitaba saber dónde se encontraban las armas y qué uso les podía dar. No
encontraba nada… todo eran puntos débiles en su contra. El día antes los
contrincantes tenían que escoger que ropa utilizarían junto las armas que
querían disponer. Esthela se había equivocado completamente. Como modificaban
la arena aleatoriamente pensó que lo mejor sería tener un traje elástico no
térmico y material cómodo, junto con armas de largo alcance para abatir al
rival desde la distancia. La arena era irregular con continuos obstáculos que
bloqueaban el tiro, al parecer el clima en la arena sería helado y para rematar
el material no le serviría para nada con esa arena modificada. << Ni que
lo hubiesen hecho aposta…>> pensaba mientras observaba desde la parte de
las gradas la cúpula que formaba la arena. Le quedaban quince minutos para idear
su estrategia… y no tenía ni idea.
Pasó
el resto del tiempo intentando hacer deducciones sobre cómo podía abatir al
enemigo sin resultar herida antes ganando así por velocidad y además teniendo
en contra la arena de batalla. Cuando estaba a punto de idear la estrategia
final sonó el altavoz:
ESTHELA VS
BRONSKY, EN 60 SEGUNDOS EN LA CÁMARA DE INTRODUCCIÓN A LA ARENA DE BATALLA.
Era
lo peor que le podía pasar, tendría que luchar sin estrategia o a lo mejor no
sería tan malo. Bajó por las escaleras hacia la cámara de introducción. Era
increíble como en tan poco tiempo habían construido una base militar en
potencia. Según lo que le había contado Jacob, solo llevaban tres meses allí en
la espesura del bosque ocultos y que había sido tiempo suficiente para montar
una mini base militar. Cuando habían ido a rescatarla ya habían acabado las
instalaciones. Le contó que fue rescatada gracias a un contraespía que se había
adentrado en la otra base militar y había descubierto que se encontraba allí
dentro. Todo muy increíble, pero según lo que parecía cierto.
Ya
se encontraba en la cámara, un sitio bastante parecido a unos vestuarios
deportivos pero en vez de equipaciones había armas. Una vez entró en la sala se
cerró la puerta herméticamente y apareció el mensaje en la puerta de salida:
60 SEGUNDOS
PARA LA APERTURA DE LA PUERTA
Esto
quería decir que tenía exactamente sesenta segundos para elegir su arma
principal y colocarse ante la puerta. Era su primera batalla en la arena pero
en una semana había aprendido lo suficiente para poder luchar según los
entrenadores. Después de ganar al entrenador de la división C, la suya, la
comenzaron a llamar Fugitiva Rebelde como lo que ponía en la carta. Ganó un
poco más de popularidad pero aún así seguía siendo la intrusa. Decidió coger el
arco con flechas y una bolsita de dardos narcóticos junto con la cerbatana, se
enganchó todo al traje y se dirigió hacia la puerta. Si la cosa se ponía fea
siempre podía inutilizar al enemigo con un dardo narcótico. Antes de que se
abriera la puerta se tocó el broche con forma de Vara de Asclepio, que le había
comprado a su hermano por su cumpleaños antes de su rapto. Ya estaba decidida,
a punto para el combate.
Se
abrió la puerta y observó cómo Bronsky salía corriendo hacía ella con una
espada desde la otra punta de la arena. Su instinto de supervivencia comenzó a
funcionar y salió corriendo hasta el bosque artificial generado por la arena.
Se tenía que esconder antes de que le alcanzara Bronsky. Mientras corría
observó que el bosque artificial rodeaba todo el campo en forma de cúpula, dato
que podría resultar en su favor. También, aunque solo durante unos segundos,
vio que solo había dos reponedores de armas, el resto era una llanura llena de
barreras y obstáculos que dificultaban la visión. Llegó a la frontera donde
estaba el bosque, corrió hacia un árbol caído y se refugió detrás. Observó que
todo estaba nevado, y las partes del agua eran hielo. Su traje no serviría de
nada contra ese clima así que debía pensar rápidamente una forma de vencer a Bronsky
antes de helarse. Las batallas podían durar semanas, pero la cúpula hacía que
el tiempo fuera relativo. Es decir, fuera solo habrían pasado algunas horas.
Por la larga duración de las batallas a veces era imprescindible crear trampas
y deducir técnicas para vencer al rival. El poco tiempo que había visto a
Brosnky fue suficiente para saber que tenía ganas de acabar con ella rápido
como había demostrado con aquel carácter impulsivo.
Ya
comenzaba a tener frío después de la carrera y decidió que lo mejor era
moverse. Además Bronsky seguro que le estaría buscando para atacarle. El
aspecto del bosque era bastante invernal, árboles cubiertos de nieve, toda la
tierra cubierta de una fina capa de nieve y charquitos de agua congelada.
Pronto descubrió, gracias a su instinto activado, que la nieve podría resultar
un factor interesante para crear trampas y poder esconderse en momentos de
peligro. Nada más pensarlo tuvo la oportunidad de demostrarlo. Vio a Bronsky
buscándola entre los árboles mientras lanzaba constantes mandobles a las ramas.
Ese ruido provocado por la espada fue lo que le salvó. Se ocultó rápidamente
detrás de un gran pino y se mantuvo en silencio. Bronsky estaba al acecho y era
conveniente que no la detectara y pasara de largo. Todo marchaba bien hasta
que, cuando quería averiguar si Bronsky seguía allí, se giró y le encontró de
frente. Rápidamente Bronsky atacó a Esthela directamente y casi acierta pero
con velocidad ella consiguió escapar por los pelos. Gracias a la madre natura,
literalmente, la espada de Bronsky quedó atrapada en el tronco del pino y el
instinto de Esthela la ayudó a perpetrar una gran combinación. Cogió una cuerda
de su material, y con una comenzó a atarla a la flecha, mientras Bronsky
luchaba por retirar su espada. En un segundo consiguió anudar la cuerda a la
flecha y apuntó directamente a la parte de encima de la cabeza del árbol. Su
objetivo no era matarle sino inutilizarle mientras huía. Disparó y con buena
puntería alcanzó el tronco. Agarró la parte restante de la cuerda y con una
gran velocidad equiparable a la de un leopardo comenzó a dar vueltas en torno
al árbol. En menos de un minuto había conseguido atar completamente al árbol a
Bronsky y de esta forma consiguió atraparlo. Ahora los jueces determinarían si
era suficiente o no. Si lo era y estaba completamente inutilizado ella ganaría
sino ella tendría que huir porque ayudarían a Bronsky a continuar la batalla.
Ocurrió lo segundo, el árbol despareció digitalmente y Bronsky quedó libre.
Otra vez, con una velocidad extremadamente alta, consiguió huir.
Consiguió
llegar al límite norte de la arena, donde se encontraba la entrada del enemigo,
sin cansarse. Después le sobrecogió una fatiga inhumana y acabó sin energías en
el suelo. Tenía que al menos esconderse sino Bronsky la encontraría. Hizo
acopio de sus fuerzas y se colocó sentada tras un árbol caído. Tendría tiempo
suficiente para establecer un plan antes de que Bronsky la encontrara pero
antes tendría que descansar.
Se
durmió y se despertó sobresaltada, por la posición del Sol artificial determinó
que eran las siete de la tarde, ya anochecía y tenía que encontrar un sitio
seguro donde establecerse y poder controlarlo todo. De repente se encontró
sobrevolando por encima de la arena, con una vista de águila, y descubrió que
lo mejor sería establecerse en las ramas del árbol más alto. Volvió en sí y
estaba de nuevo fatigada, no entendía lo que había pasado pero tenía que llegar
a aquel árbol y allí poder descansar. Por suerte, el árbol estaba cerca y
consiguió establecerse como pudo en una rama gruesa que se encontraba a una
altura medianamente normal desde donde podía estar a salvo y controlar las
visitas inesperadas. Durmió y se despertó al día siguiente, no había pasado
nada y seguía viva… buena señal. Decidió que idearía un plan desde allí, donde
podía controlar mejor el terreno. Ya no notaba tanto frío o al menos el Sol le
calentaba. Según sus dos experiencias de lucha con Bronsky, él estaba decidido
a atacarla sin piedad y directamente… sin preámbulos. De algún modo tendría que
aprovechar eso y conseguir la ventaja. Llegó a la conclusión que lo mejor que
podía hacer era tender una trampa, donde Bronsky caería sin contemplaciones. O
eso o perdería y no podía perder. Ni por ella ni por su querido hermano.
Esthela decidió que crearía una trampa que dejara fuera de combate de un golpe
a Bronsky y de esta manera ella ganaría. Comenzó a fabricar su trampa que
consistiría en crear un fuego que atrajera a Bronsky a la llanura abierta
frente a su árbol, donde estaría una capa pegajosa en el suelo formada por la
resina de los árboles. Como esa resina es totalmente adherente, quedaría
atrapado por los pies, mientras que ella tiraría por encima una red que lo
mantendría ocupado. Después soltaría la segunda trampa, cogería el tronco caído
y lo ataría con cuerdas, que encontraría en la zona de repuestos. De esta
manera, rompería las cuerdas y harían que el tronco arroyase a Bronsky,
dejándole fuera de combate.
Se
puso manos a la obra: consiguió los materiales, fabricó la masa para la capa
adherente y creó la red. Todo esto en dos días y sin incidencias. Incluso le
pareció demasiado raro que Bronsky no hubiera atacado aún. Quizás estuviera
esperando su oportunidad. Creó toda la trampa y lo manipuló todo en un día más.
Finalmente después de casi cinco días había conseguido su estrategia, gracias a
su instinto de supervivencia. Solo le quedaba demostrar que funcionaría.
Encendió
el fuego a primera hora de la mañana para que atrajera su atención, si caía en
una trampa tan simple y desorganizada… Bronsky demostraría que solo tiene
fuerza bruta. Pero cuando pensaba en su plan más se hacía a la idea de que
funcionaría. Se refugió entre las ramas de su árbol y esperó. Esperó casi todo
el día pero al final de la tarde apareció. Bronsky miró con cautela el
campamento de Esthela mientras intentaba deducir la presencia de alguna trampa.
No lo consiguió porque llegó justo al punto donde estaba la masa pegajosa y
quedó atrapado. Cuando quiso desplazarse se dio cuenta y empezó a forcejear
mientras intentaba moverse. En un instante, Esthela cayó de las ramas cual
depredador y con la ayuda de las flechas y su arco estableció la red sobre el
cuerpo de Brosnky. Estaba a punto de quedar libre por las botas, así que con
una velocidad sorprendente corrió y von una piedra afilada cortó las cuerdas
que mantenían sujeto el tronco. Entonces, el tronco perdió su sujeción y con el
balanceo se desplazó rápidamente hacia Bronsky. Tan rápidamente que a Esthela,
ya exhausta, no le dio tiempo de reaccionar y le arroyó parte del cuerpo. Acabó
estrellándose con el suelo, mientras que a Bronsky le arroyó por completo y
acabó a cinco metros de distancia estrellado junto a un árbol. Esthela no se
podía levantar debido al gran impacto…seguro que se había roto alguna costilla
y algún que otro hueso. El caso es que había ganado… o eso creía. Tras unos
largos minutos de espera, desgraciadamente Bronsky se levantó a duras penas. Él
también se había roto algún que otro hueso pero su musculatura le había salvado
de gran parte del golpe. A pasos lentos se dirigió a donde estaba el cuerpo
prácticamente inerte de Esthela. Antes de llegar cogió con su brazo bueno un
cuchillo de caza y se dirigió hacia su cuerpo. Cuando llegó, agarró a Esthela
por el cuello aún consciente y la alzó hasta su altura. Esthela pensaba que
todo estaba perdido, era su fin… moriría. Bronsky no soltó a Esthela sino que
le apretó más fuerte la garganta y con su mano mala empezó a dirigir el
cuchillo a su bazo. Lo clavó en su estómago y Esthela gimió de dolor. Pero sólo entonces, un aura empezó a emanar de
su cuerpo. Era un aura verde que iluminaba todo su cuerpo. Bronsky sobresaltado
dejó caer el cuerpo de Esthela inerte. El aura comenzó a regenerar el cuerpo de
Esthela y poco a poco a devolverle la vida. Cuando ya estaba curada, el aura se
convirtió en una forma humana, no de Diosa. Bronsky estaba en el suelo asustado
y llorando ante lo que estaba viendo, aunque su cerebro no lo procesaba
correctamente. La Diosa se acercó a él y sacó su arco de su carcaj. Apuntó
hacia Bronsky y… su flecha le atravesó. Pero no fue sangre lo que salió sino flores,
hierba y otros elementos naturales. Acto seguido la Diosa dirigió una mirada a Esthela,
que ya había recuperado la consciencia y despareció como la brisa. Bronsky estaba
tendido en el suelo, no muerto sino a medio convertir en árbol.
Esthela
no comprendía lo que acababa de pasar pero sabía que era malo, que a partir de ahora
sí que no sería libre, que ya nunca sería nada igual para ella. ¿Podría algún día
ser libre para encontrar a su hermano después de esto?
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