"Un lector vive mil vidas antes de morir. Aquel que nunca lee vive solo una..."
GEORGE R.R. MARTIN, Danza de Dragones

domingo, 24 de noviembre de 2013

Capítulo: LA FUGITIVA REBELDE (II) (By Álex)

LA FUGITIVA REBELDE (II)



Llevaba ya tres semanas en la base improvisada al lado del recinto que había sido su prisión hasta hacía bastante poco. Esthela ya estaba harta de esperar tanto tiempo hasta que la llevaran a la base general de la organización LOCUS AMOENUS, que le había salvado de aquellas torturas y maltratos que tanto le dolía recordar. No sabía qué hacer, ella quería seguir investigando pero su inconsciente le decía que había llegado a su límite. Después de tantas aventuras, realmente estaba cansada de luchar por algo que parecía imposible cumplir. Esthela intentaba ser fuerte pensando en su querido hermano, de esta forma se auto convencía de que debía seguir adelante. Por fin parecía que su suerte cambiaba, le habían ayudado a escapar de aquel inhóspito lugar y ya era libre de investigar todo lo que quisiera… pero no. Cuando le rescataron la organización la mantuvo en cama dos días para que se recuperase y, de esta forma pudiera seguir adelante en su camino. Todo cortesía, cortesía falsa por supuesto. Cuando sanaron todas sus heridas y le ayudaron a recuperarse comenzó su segunda prisión. Día tras día era sometida a interrogatorios sobre la organización en la que había estado recluida. << Es curioso, salgo de una organización que me llamaba contraespía a otra que me utiliza para ello>> pensó Esthela.  Cuando ella preguntaba no había respuestas sólo evasivas que conllevaban estar más tiempo con ellos. Ya estaba harta, pero no tenía otra alternativa… ni siquiera podía volver a casa. Demasiadas preguntas y pocas respuestas para regresar. Así que lo único que hizo fue esperar y esperar. Pasadas las dos semanas algo cambió, ya no era sometida a interrogatorios y ni siquiera reparaban en su existencia… era libre más o menos. Preguntó la causa de tal desprecio después de tanta pregunta pero, como siempre, el más absoluto silencio reinaba cuando ella preguntaba. El único que le hablaba y le respondía a sus preguntas era Jacob, un joven de su misma edad, moreno, de ojos verdes como ella y de estatura media. En cierto modo se parecía a su hermano y eso creó una cierta simpatía entre ellos. Al principio no le contestaba como el resto, pero con el paso de los días Esthela se ganó su compasión y poco a poco fue respondiendo a todas sus preguntas. << Si mi hermano tiene el talento de la Medicina, yo tengo el de la dialéctica>> pensaba para no sentirse culpable, aunque se seguía sintiendo después de todo. Sus respuestas llegaron, algunas ya las había deducido como lo de que ejercía de contraespía pero otras fueron inesperadas: te están estudiando, creen que eres una inteligencia superior, dicen que te tienen aquí para analizarte y estudiarte… Algunas de sus respuestas no fueron gratas, es más, fueron espeluznantes pero al menos obtuvo lo que quería, respuestas. Muchas veces para compensar a su nuevo amigo, ella ejercía de consejera para él y así se convirtieron en amigos. Por supuesto, si quedaban era a escondidas puesto que no verían bien que él se relacionara con su “experimento” pero aún así su amistad floreció. Ya no era una amistad por interés como al principio sino una amistad sincera. Igualmente, no todo era bueno para Esthela. A medida que obtenía nueva información más se daba cuenta de que algo raro tramaban con ella. Esthela sabía que tenía que desconfiar de ellos pero igualmente por una vez en mucho tiempo quería pensar que podía descansar por unas semanas o meses. Era imposible, y lo sabía…nunca podría bajar la guardia. Consiguieron llevarse a su hermano pero a ella no conseguirían llevársela y además recuperaría a su querido hermano. Todo llegó a su clímax cuando, de golpe, fue obligada a empezar entrenamientos de recluta. Ella no quería pero en cierto modo sabía que le serviría de entrenamiento y además le proporcionaría un poco de seguridad. Mientras ellos la siguieran analizando y Jacob pudiera darle la información que necesitaba todo iría bien. Las clases comenzaron para Esthela. Por suerte, no le obligaron a asistir a las clases teóricas sólo a las prácticas. De este modo en solo cuatro días aprendió varias tácticas de lucha que incluían defensa propia y además comenzó a destacar sobre el resto. Ella sabía que su don para la lucha era innato pero no que con dos golpes pudiera noquear al entrenador. Desde muy pequeña había desarrollado un gran instinto de supervivencia y con este instinto, el alma animal como le gustaba denominarlo a ella. El alma animal era un poder natural que tenía. Podía imitar a cualquier animal tanto en conducta como en muchas otras características. La llamaban la salvaje pero no le importaba, en cierto modo lo era. Con la pérdida de su hermano a los once años, este don había desaparecido por completo pero aún podía imitar a todos los pájaros que quisiera y seguía teniendo el instinto de supervivencia. Nunca había pensado que fueran útiles hasta el día del combate contra el militar Bronsky. Era un joven de veintiún años de edad, ruso con las facciones características (pelo rubio, ojos azules), corpulento y musculado y sobre todo era conocido con el nombre de Quebrantahuesos. Lo había adquirido porque su estilo de lucha estaba basada en el ave rapaz, capaz de destruir a una presa de unos cuantos picotazos y arañazos. Cada luchador tenía un estilo de lucha determinado excepto ella, ella era la intrusa. Consecuentemente, el día del combate todos apoyaban a Bronsky. Estaba sola, excepto por una excepción… Jacob le animaba en privado, ella lo sabía. Jacob no era recluta aunque estaba capacitado para ello como le había explicado, él era un erudito del conocimiento para su temprana edad aunque no le gustaba mostrarlo. Más de una vez en poco tiempo después de conocerse, Esthela se había perdido entre sus curiosidades tanto científicas como filosóficas.


Llegó el combate, Esthela vs Bronsky. No tenía una estrategia clara pero sabía que las normas impedían a Bronsky matarla… ¿no? << Gran incentivo antes del combate el pensar en la muerte, gracias cerebro…>> pensó Esthela. De todos modos tenía que luchar… y ganar. La arena de combate era medio campo de fútbol en el cual podías tender trampas, realizar emboscadas y atacar con todo lo que encontraras para la batalla. Sin estrategia, Esthela empezó a observar el terreno. Podía modificar y crear trampas durante el combate, además necesitaba saber dónde se encontraban las armas y qué uso les podía dar. No encontraba nada… todo eran puntos débiles en su contra. El día antes los contrincantes tenían que escoger que ropa utilizarían junto las armas que querían disponer. Esthela se había equivocado completamente. Como modificaban la arena aleatoriamente pensó que lo mejor sería tener un traje elástico no térmico y material cómodo, junto con armas de largo alcance para abatir al rival desde la distancia. La arena era irregular con continuos obstáculos que bloqueaban el tiro, al parecer el clima en la arena sería helado y para rematar el material no le serviría para nada con esa arena modificada. << Ni que lo hubiesen hecho aposta…>> pensaba mientras observaba desde la parte de las gradas la cúpula que formaba la arena. Le quedaban quince minutos para idear su estrategia… y no tenía ni idea.


Pasó el resto del tiempo intentando hacer deducciones sobre cómo podía abatir al enemigo sin resultar herida antes ganando así por velocidad y además teniendo en contra la arena de batalla. Cuando estaba a punto de idear la estrategia final sonó el altavoz:

ESTHELA VS BRONSKY, EN 60 SEGUNDOS EN LA CÁMARA DE INTRODUCCIÓN A LA ARENA DE BATALLA.


Era lo peor que le podía pasar, tendría que luchar sin estrategia o a lo mejor no sería tan malo. Bajó por las escaleras hacia la cámara de introducción. Era increíble como en tan poco tiempo habían construido una base militar en potencia. Según lo que le había contado Jacob, solo llevaban tres meses allí en la espesura del bosque ocultos y que había sido tiempo suficiente para montar una mini base militar. Cuando habían ido a rescatarla ya habían acabado las instalaciones. Le contó que fue rescatada gracias a un contraespía que se había adentrado en la otra base militar y había descubierto que se encontraba allí dentro. Todo muy increíble, pero según lo que parecía cierto.
Ya se encontraba en la cámara, un sitio bastante parecido a unos vestuarios deportivos pero en vez de equipaciones había armas. Una vez entró en la sala se cerró la puerta herméticamente y apareció el mensaje en la puerta de salida:

60 SEGUNDOS PARA LA APERTURA DE LA PUERTA

Esto quería decir que tenía exactamente sesenta segundos para elegir su arma principal y colocarse ante la puerta. Era su primera batalla en la arena pero en una semana había aprendido lo suficiente para poder luchar según los entrenadores. Después de ganar al entrenador de la división C, la suya, la comenzaron a llamar Fugitiva Rebelde como lo que ponía en la carta. Ganó un poco más de popularidad pero aún así seguía siendo la intrusa. Decidió coger el arco con flechas y una bolsita de dardos narcóticos junto con la cerbatana, se enganchó todo al traje y se dirigió hacia la puerta. Si la cosa se ponía fea siempre podía inutilizar al enemigo con un dardo narcótico. Antes de que se abriera la puerta se tocó el broche con forma de Vara de Asclepio, que le había comprado a su hermano por su cumpleaños antes de su rapto. Ya estaba decidida, a punto para el combate.


Se abrió la puerta y observó cómo Bronsky salía corriendo hacía ella con una espada desde la otra punta de la arena. Su instinto de supervivencia comenzó a funcionar y salió corriendo hasta el bosque artificial generado por la arena. Se tenía que esconder antes de que le alcanzara Bronsky. Mientras corría observó que el bosque artificial rodeaba todo el campo en forma de cúpula, dato que podría resultar en su favor. También, aunque solo durante unos segundos, vio que solo había dos reponedores de armas, el resto era una llanura llena de barreras y obstáculos que dificultaban la visión. Llegó a la frontera donde estaba el bosque, corrió hacia un árbol caído y se refugió detrás. Observó que todo estaba nevado, y las partes del agua eran hielo. Su traje no serviría de nada contra ese clima así que debía pensar rápidamente una forma de vencer a Bronsky antes de helarse. Las batallas podían durar semanas, pero la cúpula hacía que el tiempo fuera relativo. Es decir, fuera solo habrían pasado algunas horas. Por la larga duración de las batallas a veces era imprescindible crear trampas y deducir técnicas para vencer al rival. El poco tiempo que había visto a Brosnky fue suficiente para saber que tenía ganas de acabar con ella rápido como había demostrado con aquel carácter impulsivo.


Ya comenzaba a tener frío después de la carrera y decidió que lo mejor era moverse. Además Bronsky seguro que le estaría buscando para atacarle. El aspecto del bosque era bastante invernal, árboles cubiertos de nieve, toda la tierra cubierta de una fina capa de nieve y charquitos de agua congelada. Pronto descubrió, gracias a su instinto activado, que la nieve podría resultar un factor interesante para crear trampas y poder esconderse en momentos de peligro. Nada más pensarlo tuvo la oportunidad de demostrarlo. Vio a Bronsky buscándola entre los árboles mientras lanzaba constantes mandobles a las ramas. Ese ruido provocado por la espada fue lo que le salvó. Se ocultó rápidamente detrás de un gran pino y se mantuvo en silencio. Bronsky estaba al acecho y era conveniente que no la detectara y pasara de largo. Todo marchaba bien hasta que, cuando quería averiguar si Bronsky seguía allí, se giró y le encontró de frente. Rápidamente Bronsky atacó a Esthela directamente y casi acierta pero con velocidad ella consiguió escapar por los pelos. Gracias a la madre natura, literalmente, la espada de Bronsky quedó atrapada en el tronco del pino y el instinto de Esthela la ayudó a perpetrar una gran combinación. Cogió una cuerda de su material, y con una comenzó a atarla a la flecha, mientras Bronsky luchaba por retirar su espada. En un segundo consiguió anudar la cuerda a la flecha y apuntó directamente a la parte de encima de la cabeza del árbol. Su objetivo no era matarle sino inutilizarle mientras huía. Disparó y con buena puntería alcanzó el tronco. Agarró la parte restante de la cuerda y con una gran velocidad equiparable a la de un leopardo comenzó a dar vueltas en torno al árbol. En menos de un minuto había conseguido atar completamente al árbol a Bronsky y de esta forma consiguió atraparlo. Ahora los jueces determinarían si era suficiente o no. Si lo era y estaba completamente inutilizado ella ganaría sino ella tendría que huir porque ayudarían a Bronsky a continuar la batalla. Ocurrió lo segundo, el árbol despareció digitalmente y Bronsky quedó libre. Otra vez, con una velocidad extremadamente alta, consiguió huir.


Consiguió llegar al límite norte de la arena, donde se encontraba la entrada del enemigo, sin cansarse. Después le sobrecogió una fatiga inhumana y acabó sin energías en el suelo. Tenía que al menos esconderse sino Bronsky la encontraría. Hizo acopio de sus fuerzas y se colocó sentada tras un árbol caído. Tendría tiempo suficiente para establecer un plan antes de que Bronsky la encontrara pero antes tendría que descansar.


Se durmió y se despertó sobresaltada, por la posición del Sol artificial determinó que eran las siete de la tarde, ya anochecía y tenía que encontrar un sitio seguro donde establecerse y poder controlarlo todo. De repente se encontró sobrevolando por encima de la arena, con una vista de águila, y descubrió que lo mejor sería establecerse en las ramas del árbol más alto. Volvió en sí y estaba de nuevo fatigada, no entendía lo que había pasado pero tenía que llegar a aquel árbol y allí poder descansar. Por suerte, el árbol estaba cerca y consiguió establecerse como pudo en una rama gruesa que se encontraba a una altura medianamente normal desde donde podía estar a salvo y controlar las visitas inesperadas. Durmió y se despertó al día siguiente, no había pasado nada y seguía viva… buena señal. Decidió que idearía un plan desde allí, donde podía controlar mejor el terreno. Ya no notaba tanto frío o al menos el Sol le calentaba. Según sus dos experiencias de lucha con Bronsky, él estaba decidido a atacarla sin piedad y directamente… sin preámbulos. De algún modo tendría que aprovechar eso y conseguir la ventaja. Llegó a la conclusión que lo mejor que podía hacer era tender una trampa, donde Bronsky caería sin contemplaciones. O eso o perdería y no podía perder. Ni por ella ni por su querido hermano. Esthela decidió que crearía una trampa que dejara fuera de combate de un golpe a Bronsky y de esta manera ella ganaría. Comenzó a fabricar su trampa que consistiría en crear un fuego que atrajera a Bronsky a la llanura abierta frente a su árbol, donde estaría una capa pegajosa en el suelo formada por la resina de los árboles. Como esa resina es totalmente adherente, quedaría atrapado por los pies, mientras que ella tiraría por encima una red que lo mantendría ocupado. Después soltaría la segunda trampa, cogería el tronco caído y lo ataría con cuerdas, que encontraría en la zona de repuestos. De esta manera, rompería las cuerdas y harían que el tronco arroyase a Bronsky, dejándole fuera de combate.


Se puso manos a la obra: consiguió los materiales, fabricó la masa para la capa adherente y creó la red. Todo esto en dos días y sin incidencias. Incluso le pareció demasiado raro que Bronsky no hubiera atacado aún. Quizás estuviera esperando su oportunidad. Creó toda la trampa y lo manipuló todo en un día más. Finalmente después de casi cinco días había conseguido su estrategia, gracias a su instinto de supervivencia. Solo le quedaba demostrar que funcionaría.


Encendió el fuego a primera hora de la mañana para que atrajera su atención, si caía en una trampa tan simple y desorganizada… Bronsky demostraría que solo tiene fuerza bruta. Pero cuando pensaba en su plan más se hacía a la idea de que funcionaría. Se refugió entre las ramas de su árbol y esperó. Esperó casi todo el día pero al final de la tarde apareció. Bronsky miró con cautela el campamento de Esthela mientras intentaba deducir la presencia de alguna trampa. No lo consiguió porque llegó justo al punto donde estaba la masa pegajosa y quedó atrapado. Cuando quiso desplazarse se dio cuenta y empezó a forcejear mientras intentaba moverse. En un instante, Esthela cayó de las ramas cual depredador y con la ayuda de las flechas y su arco estableció la red sobre el cuerpo de Brosnky. Estaba a punto de quedar libre por las botas, así que con una velocidad sorprendente corrió y von una piedra afilada cortó las cuerdas que mantenían sujeto el tronco. Entonces, el tronco perdió su sujeción y con el balanceo se desplazó rápidamente hacia Bronsky. Tan rápidamente que a Esthela, ya exhausta, no le dio tiempo de reaccionar y le arroyó parte del cuerpo. Acabó estrellándose con el suelo, mientras que a Bronsky le arroyó por completo y acabó a cinco metros de distancia estrellado junto a un árbol. Esthela no se podía levantar debido al gran impacto…seguro que se había roto alguna costilla y algún que otro hueso. El caso es que había ganado… o eso creía. Tras unos largos minutos de espera, desgraciadamente Bronsky se levantó a duras penas. Él también se había roto algún que otro hueso pero su musculatura le había salvado de gran parte del golpe. A pasos lentos se dirigió a donde estaba el cuerpo prácticamente inerte de Esthela. Antes de llegar cogió con su brazo bueno un cuchillo de caza y se dirigió hacia su cuerpo. Cuando llegó, agarró a Esthela por el cuello aún consciente y la alzó hasta su altura. Esthela pensaba que todo estaba perdido, era su fin… moriría. Bronsky no soltó a Esthela sino que le apretó más fuerte la garganta y con su mano mala empezó a dirigir el cuchillo a su bazo. Lo clavó en su estómago y Esthela gimió de dolor.  Pero sólo entonces, un aura empezó a emanar de su cuerpo. Era un aura verde que iluminaba todo su cuerpo. Bronsky sobresaltado dejó caer el cuerpo de Esthela inerte. El aura comenzó a regenerar el cuerpo de Esthela y poco a poco a devolverle la vida. Cuando ya estaba curada, el aura se convirtió en una forma humana, no de Diosa. Bronsky estaba en el suelo asustado y llorando ante lo que estaba viendo, aunque su cerebro no lo procesaba correctamente. La Diosa se acercó a él y sacó su arco de su carcaj. Apuntó hacia Bronsky y… su flecha le atravesó. Pero no fue sangre lo que salió sino flores, hierba y otros elementos naturales. Acto seguido la Diosa dirigió una mirada a Esthela, que ya había recuperado la consciencia y despareció como la brisa. Bronsky estaba tendido en el suelo, no muerto sino a medio convertir en árbol.

Esthela no comprendía lo que acababa de pasar pero sabía que era malo, que a partir de ahora sí que no sería libre, que ya nunca sería nada igual para ella. ¿Podría algún día ser libre para encontrar a su hermano después de esto? 

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